26.9.05

7._ Teísmo

Quien cree en Dios, llama "visión de ida (a Dios)" al hecho de advertir la capacidad creativa de la naturaleza y todo lo que ello implica, mientras atribuye a su propia visión, que llama "de vuelta (de Dios)" -o "de venida"-, el reconocer esa capacidad como "espíritu de Dios", Dios inmanente a la naturaleza.

Capacidad creativa de la naturaleza <------> Espíritu de Dios
(Visión de ida) ---------------------------- (Visión de vuelta)

Y esto no quiere decir, de ningún modo, que el espíritu de Dios sea algo externo a la naturaleza, que se añade a ella para conferirle su capacidad creativa (lo que correspondería a una concepción deísta), sino que, siendo verdaderamente inmanente, el Espíritu es inherente a la esencia de la naturaleza de forma que es inseparable de ella. Por eso podemos identificar plenamente el decir que la naturaleza tiene la capacidad creativa "por sí misma" con decir que la tiene "en virtud del espíritu de Dios". Esto corresponde a nuestra concepción teísta, que sostiene tanto la verdadera inmanencia como la verdadera trascendencia de Dios.

Sabemos bien que el deísmo es una concepción de Dios que suele contraponerse al teísmo mítico y antropomórfico. El deísmo sería pues la concepción racional, ilustrada, que concibe a Dios como distinto de las fuerzas de la naturaleza y de las personas humanas. Sería el Dios trascendente, inmaterial, inmutable e impasible, "de los filósofos".

Sin embargo, desde nuestro punto de vista, desde nuestro "teísmo emergentista", el deísmo filosófico y el teísmo mítico se parecen entre sí mucho más de lo que suele creerse. El deísmo es mítico en tanto cuanto supone una relación o actividad entre la trascendencia y la naturaleza que no alcanza a ser una verdadera inmanencia, como por ejemplo por vía de "emanaciones", o como "motor inmóvil" o como "agente eficiente sobrenatural". Por otra parte, el teísmo mítico es deísmo también en la medida en que no es verdaderamente inmanentista, cuando separa la actividad de Dios de su inherencia en la esencia de la naturaleza, y la concibe como causa eficiente externa antropomórfica.

Ambas concepciones, el deísmo filosófico y el teísmo antropomórfico, tienen en común el separar a Dios de la naturaleza, haciendo ininteligibles sus relaciones mutuas. El remedio parece estar en admitir la inmanencia de Dios, la inherencia de Dios en la esencia misma de la naturaleza, y eso parece conducir a lo que ha sido considerado como otra forma de deísmo: el panteísmo. Pues parece implicar el renunciar a toda distinción real entre Dios y la naturaleza, lo que viene a ser –-como se ha dicho— meramente un "ateísmo cortés". (Con razón compara Schopenhauer al panteísta con un príncipe que, para acabar con las abusivas diferencias entre la nobleza y el pueblo, resuelve otorgar títulos de nobleza a todos sus súbditos.)

En suma, nosotros vemos al deísmo y al teísmo mítico como dos formas –-una filosófica, la otra ingenua-antropomórfica— de "deísmo", es decir de trascendentalismo con ausencia de verdadera inmanencia. Y vemos al panteísmo como un inmanentismo que, al no concebir tensión hacia la trascendencia, cae simplemente en el ateísmo.

La solución está en reconocer tanto la verdadera trascendencia como la verdadera inmanencia de Dios, y esa continua y aguda tensión y dinamismo entre ambas, que provoca y se manifiesta en el proceso de emergencia cósmico. Esto es el "teísmo emergentista".

Así como nuestro teísmo se opone al deísmo, por su no verdadera inmanencia, también se opone al panteísmo y al panenteísmo, por su no verdadera trascendencia. En el panteísmo no hay verdaderamente lugar para la criatura, la que sería meramente una apariencia de Dios, y en el deísmo no hay verdaderamente lugar para Dios, que sería sólo una apariencia (o proyección) de la criatura (Dios "ad-hoc", "Deus ex machina", "Dios tapagujeros", Dios "milagrero", etc.). Pensamos que en el panenteísmo hegeliano hay un intento válido de conciliar a la criatura con Dios, mediante una dialéctica, pero nos parece que le falta la radicalidad del emergentismo para lograrlo plenamente.
Para afirmar la trascendencia a partir de la inmanencia, nos apoyamos en la "emergencia" que sostiene el "emergentismo". El concepto de radical novedad, implícito en la emergencia, nos lleva a la trascendencia real.

Inmanencia ------> Emergencia ------> Trascendencia
Panteísmo Panenteísmo ------------------- Deísmo
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V
Teísmo Emergentista